sábado, 26 de noviembre de 2016

fallece fehacientemente Fidel fonetizando funestos galimatías





(A mi padre: archipiélago)

 

De niños bromeábamos con que a su pierna se la había arrancado una ballena. Aunque Jonás, a pesar de vivir siempre salpicado por el Caribe, nunca se había embullado en meterse al agua tibia agitada por las olas. Una gran sopa, decía, un enorme e indiscriminado baño público donde la gente se ponía en remojo para secarse o, nunca mejor dicho, para mojarse el sudor con más solución salina (sal con sol es deporte de locos o de masoquistas o de lo que sean esos insensatos que se arrugan y escaldan a lo bestia). Y Nás, no se cansa de repetirlo, detesta los caldos, potajes y casi cualquier menjurje de esos que humean y hierven y chisporrotean ruidosamente derrochando burbujas. Con decirte que ni los frijoles negros. Apenas los garbanzos enlatados que él se apresura a colar, a sacarle hasta la última gota de agua turbia, para, a continuación, freírlos en aceite bien caliente con un par de dientes de ajo y alguito de perejil fresquísimo cuyo aroma se te aloja en la nariz. Qué va, el cojo extravió no sus pasos, sino el 74,35% de su pierna, en uno de los fusilamientos habituales en La Habana del sesenta. Junto a los demás, lo dieron por muerto. Sólo que el poseedor de ese nombre que lo liga inexorablemente a las ballenas supo desmayarse a tiempo y desangrarse levemente. Horas después, despertó en el depósito de cadáveres con la pierna cercenada por las balas que fallaron la femoral y otras partes vitales de su gruesa anatomía. Una prótesis de madera criolla (de yaití, para ser precisos, arbusto de la familia de las euforbiáceas alhajado por discretas flores amarillas, cuyo robusto blindaje impertérrito lo hace indispensable en la elaboración de vigas y horcones), con ingeniosa rótula de aluminio fabricada por un ortopedista alemán atrapado por la geni(t)alidad cubana, suplantó su pierna, sujeta por gruesos correajes carmelitas al muñón del muslo y a un arnés metálico, rematado en cuero, que circunda su cintura y se extiende, mediante tirantes de nylon reforzado, a ambos hombros, garantizando un performance de locomoción bailoteante, a caballo entre un mambo demorado y un cha–cha–chá en foto secuencia.


Coño, y yo que nunca cojeé de la izquierda.

Años después, en Mayami, su hija Norma, sujeto iniciático de mis erecciones antillanas, disparará mis perversiones con la parafernalia que le brinda, sin costo adicional, su profesión: uniforme azul oscuro, esposas, casco, chaleco kevlar, máscara antigás y arma de reglamento. Nada que ver con nuestros inocentes jueguecitos bajo el mantel cuadriculado de la mesa del comedor familiar, donde yo le insistía en que playboy traducía juego de niños y que, fíjate, allí, en las desgastadas páginas multicolores de esa revista, todo el mundo aparece así, en pelotas. Ahora quien fantasea es ella, forzando su propia línea argumental, salpicada siempre por el olor del Caribe (atenuado por el  air conditioned), pero inspirada en adic(c)ión por la cerveza y el ron y la nicotina y el gin y el bourbon y el cannabis ora pronobis, in god & dog we trust sativa, amén de la pornografía trasatlántica decomisada god bless américa y nos libre de los vicios importados por exotic, ugly foreigners en este home of the bush, land of foreigners free, but made by foreigners que despojaron a los 1, 2, 3 little indians (Fuck the foreigners, Fez ! PRONÚNCIESE  CON ARTICULACIÓN LABIODENTAL FRICATIVA, ASEMEJANDO LA EXPULSIÓN DE AIRE A TRAVES DE UN IMAGINARIO  INSTRUMENTO DE VIENTO, PREFERIBLEMENETE CLÁSICO, NO ÉTNICO, PLEASE).

Enfrentado a muerte con Echarri y Corman, Nás era, además, compañero de dominó de mi padre en sus partidas semanales, mientras el Bebo les hacía relucir sus zapatos, a punta de paño, cepillo y betún recalentado con el mechero portátil. El campo de batalla se situaba en la esquina de 23 y 12, entre los partagás que se sucedían humo tras otro, intercalados por dedales de café espeso, expresso, ex profeso, auténtica tinta china que animaba el temple o templaba el ánimo de los contendientes.

El dominó que se juega fuera de Cuba, ese que muere con el doble seis, es para comemierdas...

Así se habla, Miranda terciaba el Bebo oscurecido aún más por el betún  doblenueve es el que manda.

Un ciclón –ese fenómeno meteorológico que consiste en hacer girar una porción considerable de viento sobre sí mismo, mareándolo después de hacerlo succionar objetos de cualquier índole, árboles, personas, perros, gallinas, techos, vacas, logrando que vomite luego cantidades exageradas de agua– golpetea con desfachatez los ventanales de nuestro domicilio, intentando convencernos de que lo dejemos entrar para renovar, enteramente a su aire, el microclima de la vivienda. En uso del protocolo de la prudencia, nos negamos. Edith, que así se llama este huracán específico, se entrompa ahora, bilingüe que debe ser, hacia los pantanos urbanizados de Florida. Tal cual muchos otros cubanos.

Aún en Mayami, dueño ya de su negocito de tapicería, Nás se niega a cambiar su vieja prótesis por otra más ligera, ergonómica y aerodinámica, made in yusa o güerever.

Esta está como el primer día, incluso mejor, porque ya está acostumbrada a mí, ya está domesticada. Esta pierna es como un perro viejo, mañoso, sí, pero que siempre me acompaña. Y me trae suerte. Anda, toca, toca yaití, viejo. Madera cubana, de la buena, de la que ahora no crece. Aquí dice Jonás mientras tamborilea sobre su extremidadse puede interpretar una conga. Y la puede cantar Gloria Estefan o, si tú prefieres, una guaracha de Celia.

Santa Celia, carajo, quien debe tener al barbudo de allá arriba tan loco como tenía al baboso cabrón de aquí abajo.

Sí, a noventa millas más abajo.

Oye, tú te imaginas el comité de bienvenida que le deben estar preparando a Fidelio.

Pero ése no va pa’ allá arriba.

Qué va, cuando fulanito fallezca finalmente se entierra de cabeza en el infierno.

¿Junto a quién? A ver que tú dices...

Lo sentamos al lado de...

¿Lo sentamos? ¡Qué va, caballero, lo ponemos a hacer cola, como en Cuba, con su libreta de racionamiento en la mano!

‘Ta bien, lo ponemos a hacer cola, socio, pero sin racionarle su cuota de tormentos.

Oye, pero qué mayor tormento para ése que descubrir que no es inmortal, después de que los gringos, con toda su tecnología, dólares y recursos no pudieron eliminarlo.

Okey, ése es el comienzo. Ahora, la segunda tortura debe ser observar, sin poder cerrar los ojos, la algarabía que se va a formar en todo el mundo, ¡en todos los mundos, carajo!, para celebrar su desaparición.

¡Y Celia gritándole azúcarrrrrrr en el oído!

Pero habrá que conseguirle a Celia un salvoconducto, no sé, una visa, para que pueda acercársele al fantasma falaz y reírsele en sus barbas mientras baila, canta y celebra.

Tú no te me preocupes por eso, que la propia Caridad del Cobre y su comité de balseros ya se están encargando del asunto.

Bueno, pues me despreocupo entonces, pero tenemos que decidir a quién le ponemos de compañeros en la cola del castigo.

A ver qué te parece Jotaefeká, por comemierda, por no haber podido extirparlo a tiempo.

Eres un cabrón, pero estoy de acuerdo.

También le ponemos a Camilo Cienfuegos.

Aceptado, sobretodo para que hablen del accidente aéreo donde nunca encontraron el cuerpo.

Propongo al ché para que lo discursee.

¿Siguiente en la lista?

Se me está ocurriendo agregar adversarios naturales...

¿Verbigracia?

Francisco efe.

¿El Generalísimo?

El mismo, con su vocecita aflautada de Farinelli.

Oyeme, se me esta viniendo a la cabeza la imagen de un Fidel eunuco.

Cual imberbe mudo.

Y ése sin su oratoria está perdido.

Se quedaría con el puro gesto.

Un mimo enloquecido y no menciones a Marcel Marceau, que ya te estoy leyendo el pensamiento.

Ponle letra a las conversaciones tan amenas que  F y F sostendrían...

Cotejando ideologías, himnos...

Algo así como te cambio un cara al sol por un patria o muerte, joderemos.

Y lo peor es que uno parece hijo del otro.

Eso está bueno como insulto: ¡ hijo del otro !

¡ Hijo del potro !

¡ Hijo de putra !

La putra madre que lo expatrió, el puñetero de Fidel castró a Cuba hace más de 40 años y seguimos contando.

Cantando encabronados

Y volviendo a Fran(cis)co.

Coño, que no se nos vaya a aparecer ese fantoche, mira que era más flaco y feo que una furcia.

Fidelista por desgracia de dios y falangista por la gracia divina.

Chiste malo.

Francamente.

Oyeme, Jonás, comiendo mierda como estamos, ¿qué te parece si la pierna esa zurda tuya, la que te quitaron allá en el paredón de fusilamiento, te acuerdas, viejo...?

¡Cómo no me voy a acordar, compañero, anda, ven, toca yaití...!

Bueno, Nás, toco madera y te convido a que con aquella misma pierna le propines una patada en el culo a Fidel para que no se le ocurra volver a este mundo.

Acepto encantado tu proposición e intento, con todas mis ganas, tomar posesión de aquella pierna, a pesar de que sea la siniestra.

Pero dale una patada que marque un gol.

Y lo mando a pasear por cada una de las extintas repúblicas socialistas soviéticas.

Te espero en Siberia, vida mía, como escribió Jardiel Poncela.

Y que lo bese en la vodka Leonid Brezhnev.

Pero que el Fidelito no regrese ni reencarnado en puerco.

¡No jodas, imagínate la indigestión de quien se lo coma!

Indigestión, alergia, erupciones, piquiña, cagalera, pedorrea y unas pesadillas de siete pares de cojones.

Que se quede haciendo cola.

Esperando su turno eternamente.

Hasta que se congele el infierno.

Total, recuerda que, igualito que su nombre, fin se escribe con F.

Y la F no tiene la culpa.

¡ Nooooo, qué va, fea culpa !

Quinta consonante no puede ser mala.

Doy fe: la F no es responsable.

¿ Y tú qué dices,  fulano finalmente flaquea ?

Flaquea flácido y fatigado fenece.

¿ Cual caudillo que en su lecho expira ?

Afanosamente a destiempo.

¡ Vaya, inspírate, insular !

Ahí voy, vano habanero: Fi(d)el sólo a sí mismo, finalmente fallece, fracasado en su fuero, totí o aura tiñosa que no fénix, polvo y cenizas, atrapado en el fuego febril de su falso festín fatuo.

Pa’ fuego, el del infierno y sus férreas pailas fehacientes que achicharran facinerosos fanatizados por la fanfarria de su fraude fiero.

La fobia fidelista flota fluida y florece contra su finchado flagelo.

Fundamentalmente, los funerales fidelcastrenses fomentarán la felicidad al frenético flanco de su féretro.

Fiambre en sus exequias, execrado por sus filios.

Filoso filio de fusil, fumador propagandista, aunque jamás como Groucho, humorista feliz que ahumaba sus habanos en filmes fascinantes.

El futuro, además, se conjuga sin él, sin su hiel, y es que no quiero mentarlo en demasía, mira que su firma es un imán de cosas feas.

Figura funesta que ya farfulla sus fonemas.

Farsante de frondosa fragancia fétida.

Foca fosilizada por los flashes de  fablistanes foráneos flagrantes de famoseo.

Fetiche de su funesta feligresía que le felicita, facilitándole una felación fucsia con fru-frú de frambuesa.

Afloja la ficción, compai, y no fuerces la F, que eso te quedó de lo más cherna.

Fístula de sí mismo, borrada su fisonomía del firmamento, el castrante críminis finge una fimosis de felicidad flemática, fecal y flatulenta.

Oye, te me has puesto fatalmente fisiológico, así que finiquita, fabulador frasquitero y fraterno.

Figúrate, fanfarrón, me agarras desprevenido, y es por ello que reitero y enriquezco mi fraseo: faisán fugaz, faraón farandulero, faltrero fulminado por la fastuosa furia de su folletín freudiano, Fidel finalmente fallece en su farallón, fracasado en su fuero.