domingo, 17 de julio de 2011

jueves, 7 de abril de 2011

FATIGA CRIMINIS

"Matar cansa" (Tomás Onaindia)


Más que un asesino, yo lo que soy es un simple aficionado a las películas de killers que me he pasado un poco de la raya y, en mi fanatismo, me he ido apasionando hasta ponerme a imitar a algunos de esos sociópatas que he visto en pantalla panorámica, versionando los crímenes y cometiéndolos yo mismo, como cantaría el propio Frank Sinatra, "a mí manera".


Sin error y sin enmienda (llevo la cuenta perfectamente, dado que soy contador público colegiado) les confirmo que hasta la fecha he "cuadrado" 156 crímenes perfectos, cada uno de ellos rigurosamente clasificado en su género y especialidad, sin reincidir en "modus asesinandi" (incluidas armas y estilos), ni repetirme. Mis crímenes, eso sí, no llevan firma. Yo no castigo a nadie ni pretendo dar mensajes ejemplarizantes con citas bíblicas ni literarias (mira que ya han puteado en demasía al pobre Guillermito Blake). Tan sólo mato y ya está. Liquido. Desaparezco de la faz de la tierra. Aniquilo. Sin crueldad y sin anestesia. Rápido y certero. Jamás de los jamases me ensucio las manos ni dejo huellas frescas ni ninguna clase de evidencias. Un sólo descuido y estás frito. Yo asesino tan fresco y limpio como un silbido publicitario.


Matar es, para mí, un hobby, un divertimento, una afición de fin de semana. Si existiese un club me inscribiría en él o me suscribiría a publicaciones especializadas. Pero no las hay o yo, todavía, no me he enterado. Claro que serían como cofradías del silencio, santas hermandades o sociedades super secretas. En todo caso, que quede claro, quisiera ser miembro. Y si bien el asesinato deportivo es mi forma muy particular de matar el tiempo libre, durante la semana laboral trabajo durísimo maquillando balances personales y empresariales, actualizando la contabilidad de corporaciones, trampeándole al impuesto, restando aquí para agregar allá y pare usted de contar. O sea, otra clase de crímenes, el papel lo aguanta todo y generalmente me ensucio de tinta las mangas largas de mis camisas blanquísimas.


La otra noche me dio por eliminar a la señora que sirve el café en la oficina y me mira feo, entregándome siempre un bebedizo tibio y lleno de residuos. Decidí darle un trago de su propia medicina y le proporcioné tal sobredosis de cafeína que la mujer se murió con los ojos tan abiertos que no hubo forma de cerrárselos. Pero no se crean, en general yo no mezclo mis cosas personales con mis crímenes, así como nunca me llevo a casa el trabajo sucio de la empresa.


Me considero a mí mismo como un limpiador profesional que enmienda sin dificultad los errores ajenos. En la oficina arreglo las cuentas que no dan y en mi personalidad secreta me deshago de toda esa gente indeseable que pulula por allí haciéndole la vida más difícil a los demás. La otra tarde, sin ir más lejos, asesiné a un taxista que intentó estafarme con el taxímetro y al encargado de la tintorería que no me desmanchó el flux verde lo puse a nadar en líquido quitamanchas. No usé la secadora industrial para ahorrar un poco de energía y yo tengo conciencia conservacionista.


Ellos, los grandes asesinos cinematográficos, me han enseñado todo lo que saben, ilustrándome, y yo, alumno aventajado, los he venido superando, uno a uno, igualándome casi-casi que con el doctor Hannibal Lecter, aunque sin canibalismo ni cosas raras.


Nada de crímenes sexuales tampoco, pues yo tengo mi religión y creo que no hay que relacionarse íntimamente con las víctimas. Eso sería como aprovecharse y yo tengo tendencias igualitarias, ya que todos hemos sido creados a imagen y semejanza. Por eso practico la máxima de asesinar a cada quien como se merece: "dime cómo vives y te diré cómo te me mueres", recito yo, y entonces procedo a enterarme muy bien de las costumbres de mis clientes.


A veces me ha tomado años aniquilar a alguien que me ofrece, todavía, algún misterio. Eso les ha salvado la vida a varios. Pero en general actúo rápido y decidido, contribuyendo con el problema de la sobrepoblación del planeta. Y pensar que nunca me van a dar un reconocimiento. Es una labor compleja y callada, como de hormiguita persistente...


Respeto mujeres embarazadas, gente obesa (por el trabajo que dan para deshacerse del cadáver) y niños. Por lo demás no tengo ningún tipo de prejuicio y en mi colección de fotos polaroid figuran hombres y mujeres, entre 19 y 55 años, de todas las preferencias sexuales, profesiones, estaturas y colores. Recuerdo con especial cariño a un cocinero de restaurant chino que me enseñó a hacer chop-suey, pero no me quiso dar el secreto de la salsa para el pato pequinés.


Los que más trabajo me han dado fueron un político que dejó de ganar elecciones hace más de 20 años (tuve que encargarme de su chofer y guardaespaldas) y un banquero calvo al que convertí en una curiosa caja fuerte o alcancía, como quieran ustedes verlo, y que conservo en el closet de mi casa por pura vanidad y que constituye, de cuerpo presente, la única evidencia e imprudencia que me he permitido, a sabiendas de que ello me puede descubrir, inculpar y condenar para siempre. Al político lo acusan de haber pasado a la reserva, tras perder su poder de convocatoria, mientras que al banquero lo dan por prófugo, luego de haberse comprobado el desfalco que lo mantiene "forrado" en billetes de alta denominación.


Al contrario de los asesinos de película que se descuidan o se entregan a la policía, presas del remordimiento, a mí no me van a atrapar ya que mi paranoia y celo excesivo por la perfección y la excelencia me llevan a no bajar la guardia ni por un momento. Además de que me siento orgullosísimo de mis trabajos como para sentir culpabilidad por alguno de ellos. Aunque quizás en el caso de la vendedora de lotería que no le dio la gana de pagarme el premio, pues no debí hacerlo así, jugando tanto con ella, pero uno es humano, demasiado humano, y a ella le salió su numero.


Al revés del tipo aquel que le gustaba maltratar animales, pateando palomas, perros y gatos a su paso. Hoy, sirve de alimento a los animales del zoológico, picado finamente en un millón de pequeños pedazos. Pero debo reconocer que tras quince años de esta rutina, sin tomarme vacaciones, ya estoy aburrido, porque matar fatiga. Y todavía no quiero tirar la toalla.


Lo más simpático es que la policía no relaciona un caso con otro y a veces me provoca, cayendo en lo de las películas, llamarlos y darles alguna pista para ver si logran ir armando el rompecabezas y se me acercan así sea un poquito, proporcionándome esa sensación de vivir peligrosamente que se va perdiendo con el tiempo. Pero por otro lado me aterra la idea de que por purita casualidad me atrapen y me vea entonces yo hospedado en una sórdida cárcel sin el consuelo de la cámara de gases, la inyección letal, la libertad bajo palabra o la silla eléctrica.


Ante estas funestas perspectivas me quedo tranquilo y planeo, más bien, sacarle provecho económico a todo esto. ¿Qué tal si me pongo a escribir mis memorias, describiendo exhaustivamente cada caso y publico un libro, bajo un pseudónimo, que se convierte en best-seller y éste, a su vez, lo producen como película que rompe récords de taquilla, recolectando millones de dólares? Sería, creo yo, un bocado preciado y la envidia de Hannibal Lecter. Mañana mismo comienzo a traerme poquito a poco de la oficina, con suma discreción para que no se den cuenta, resmas de papel bond base 20 tamaño carta y toner para mi impresora láser, de contrabando, claro está, que la vida está muy cara y lo que a mí me pagan es una miseria. No estaría mal ir pensando en eliminar a la Jefa de Personal, si no accede a mi próxima petición de aumento de sueldo.

sábado, 2 de abril de 2011

ERRE que ERRE: Rubalcaba versus Rajoy 2012

Pues que ahora se trata de Rubalcaba versus Rajoy para el 2012 (vaya paR de baRba-2). Que ZP ya recontraconfirmó que no seguirá, que ya está bueno ya. Así que los asesores de don Marianico tienen, urgentemente, que re-escribir sus discursos y argumentos, apuntando directamente contra Rubalcaba. Ah, y ahí les dejo el link a un blog interesantón (que, todo sea dicho, los blogs de 20 minutos se negaron a aceptar en su directorio: ZA-PLATERO Y YO.

martes, 15 de febrero de 2011

post 365: cuando tus iniciales son, textualmente, "ASS"

MORALEJA: a los progenitores corresponde el imperativo de sopesar cautelosamente la combinación de nombres y apellidos de sus vástagos, procurando evitar el infortunio que, brevemente, narro a continuación. Los personajes existen en la mentada "vida real", pero ya me he tomado la molestia yo de versionar sus nombres, aunque conservando su equivalencia fonética y silábica, con el único propósito de incordiar.

A pesar de que sus iniciales significan "culo" en el inglés más extendido, Asdrúbal Salas Salmerón insiste en hacérselas bordar, como dictan las más rancias normas de vestimenta ejecutiva, sobre el intercostal inferior derecho de todas sus camisas -adquiridas an(u)almente en una boutique masculina especializada de Boston- siendo el hazmerreir de los artesanos camiseros gringos que han convertido a "mister ASS" en la anécdota favorita a la hora de socializar con unas cuantas cervezas encima, aderezadas con intermitentes "shots" de bourbon, más aún cuando el mencionado cliente se presenta en tan oneroso local, navidad tras navidad, a seleccionar personalmente su tradicional docena de "shirts" XL, manga larga "wide", con cuello 191/2. Esta visita, anticipada con sonrisas durante todo el año, les alegra la rutina a los dependientes habituales de "Tailors". Citando textualmente el diccionario, "Ass" también traduce: "asno, burro, bruto, cretino, insolente, imbécil, necio".

Sus empleados en Caracas lo califican, eufemísticamente, como: "vómito uterino"; "hemorragia fecal"; "excrecencia de matriz putrefacta"; "tumor fétido acuoso"; "furúnculo pletórico de pus efervescente"; "mucosidad verde, viscosa y recalcitrante"; "eczema seminal"; "adiposidad en ebullición eruptiva"; "prurito express", "psoriasis seborreica generalizada"; "micosis con metástasis", "escoriación pigmentaria urticante". Pero el concurso de epítetos organizado en su oficina de importaciones es declarado desierto, año tras año, por la debilidad de estos calificativos que palidecen ante el ejercicio sistemático de la infamia personal y profesional de ASS-drúbal.

Para ser jefe, proclaman sus asalariados en una burda renuncia a la originalidad, hay que ser mierda. Diarreica, pestilente, asquerosa, oscura, viscosa, sanguinolenta, podrida, vehemente, tremebunda, exagerada, hiperbólica, contundente, entumecida, retórica, excesiva, sinónima, emblemática, metafórica, churrigueresca, bizarra, paleolítica, bisílaba. Mier-da. Productor, consumidor, exportador, importador, pensador, hablador de mierda. Shit. Merde. Mierda pastosa en cualquier idioma. La mierda simboliza el oro, espe-cula-ba Freud. Con la mierda jugaba Dalí, reían los dadaístas. Asdrúbal escatológico, etimológico, haciéndole honor a sus iniciales: A(SS)-no. En pleno uso y disfrute de su etapa anal-freudiana. Coprófago en plato hondo, con cuchara sopera. "Comemierda", paladean sus subordinados, adoptando ese cubanismo insustituible que resulta tan poderoso, preciso y gráfico.

Sin embargo, para el ASS, apenas se trata del ejercicio contumaz de un poder minúsculo e insatisfactorio. Un psicoanalista diría, no sé, que su conducta abusiva-obsesiva y despectiva-paranoica obedece a un rebuscado-desesperado mecanismo de defensa ante el abandono de su padre, la indiferencia de su madre, el desprecio de sus hermanos, la malacrianza de sus abuelos, las burlas de sus condiscípulos. Argenis Rodríguez resultó profético con su libro "Todo el odio y el rencor", ideal para titular las "Memorias de Asdrúbal", aunque él haría que su biografía se llamara "Exito". "Exito, C.A.", como bautizó a su agencia importadora. Porque su vida es su empresa y su misión no es otra cosa que huir, borrar, escamotear, olvidarse de sus orígenes anónimos y -negocios turbios mediante- dedicarse a perseguir, a encontrarse y chocar de frente con el éxito. Triunfo. Superación. Jefe. Empresario. Dinero. Comprar. Vender. Ganar. Negociar. Regatear. Presionar. Asfixiar. Monopolizar. Capitalizar. Obtener. Acumular. Acaparar. Poder. Joder. Mientras más, mejor. Nunca hay suficiente.

Sus mandamientos del éxito son: no atenderás las primeras llamadas telefónicas de nadie; tampoco devolverás llamadas, pues ya te llamarán de vuelta; evitarás aumentar el sueldo a tus empleados a menos que sea estrictamente necesario; demorarás el pago de las facturas vencidas hasta límites insospechados (cuando te amenacen con matarte a coñazo limpio o, peor aún, quemar tu empresa); jamás te mostrarás satisfecho ante nada (pensamiento, palabra, acción u omisión) que no hayas expresado -o te hayas apropiado- tú mismo; negarás tus errores y olvidos, achacándoselos a cualquier otra persona (preferiblemente más débil, sin recursos, o vieja); despreciarás y humillarás, cada vez que te sea posible, a tus ¿semejantes?; confundirás, exagerarás, distorsionarás, mentirás, mentirás y mentirás a tu prójimo como a ti mismo.

Aída -su esposa- calla y obedece, tragándose los improperios y desplantes de Salas, con tal de sacar adelante a sus hijos. Varones los tres. La viva imagen del padre. Tiempo después, aprovechando que el patriarca familiar desatiende por completo la oficina, entretenido con su nueva amante, Johan -el vástago pródigo- a la sazón administrador con especialización en Boston, irá distrayendo dinero de la empresa, comprándose carros nuevos para él y su esposa, primero, acciones en clubes, después, participaciones accionarias mayoritarias en franquicias internacionales y hasta un apartamento por asociación civil en una de las más cotizadas urbanizaciones del sureste capitalino, contando con el silencio absorto de los empleados. Al fin, pensaban -fruto inequívoco de la justicia divina- alguien le ponía coto al jefe. Y de su misma estirpe, se regocijaban, cantando a su dios-vengador sus alabanzas.

Descubierto el desfalco, Johan se marcha del país con la herencia de su padre cobrada en vida, dejando las finanzas del resto de la familia en un desequilibrio alarmante. Los otros hijos de Salas deben ponerse a trabajar en la importadora, convirtiéndose en unos empleados más y obligados a abandonar las universidades privadas donde estudiaban, vender sus carros, cancelar sus tarjetas de crédito y engavetar sus celulares. Pero el verdadero infierno reside en pasar tantas horas junto a Asdrúbal, amargado en demasía por el derrumbe repentino de la exitosa estructura de su vida perfecta. Lo habían saqueado igual que al país. Víctimas de sus propios hijos, ambos -la nación y él- estaban desangrados.

Se le acaban los viajes anuales a Boston; la novia lo deja; no puede cambiar el carro como acostumbraba hacerlo cada dos años; ahora tiene que ocuparse él mismo de todos los asuntos de la empresa, sin poder confiar en nadie. Aunque lo más duro es soportar las burlas sordas y miradas irónicas de sus subordinados. Encima, Aída le pierde el miedo y comienza a sublevarse. Sus otros dos hijos, los damnificados, entienden y envidian el arrojo de Johan, al mismo tiempo que se cagan en su alma. ¿Por qué no compartió con ellos su secreto si el dinero alcanzaba cómodamente para que todos disfrutaran en santa paz y libertad el exilio assdrubaliano? Nunca podrán perdonárselo. Johan el primogénito, príncipe heredero -a la fuerza- del éxito monetario del padre, ensanchando sus horizontes al norte. A costa de ellos. Varados al sur. Cuestión, simplemente, de puntos cardinales. ¿Y ahora qué hacer? ¿Fraguar su propia fuga, su propia revancha? Ninguno de los dos es tan paciente, metódico ni planificador como Johan, con su rostro inmutable que no trasluce absolutamente nada de lo que está maquinando. Gonzalo, el menor, es impulsivo con cojones, siempre listo para la acción, el propio soldado de comando presto a emprender operaciones osadas, donde sólo deba seguir instrucciones previamente asignadas. Asdrúbal-junior, el mediano, es quien empieza a preguntarse cosas en voz alta, la oveja díscola del rebaño, tratando de vislumbrar soluciones tajantes a la nueva e incómoda situación que los embarga.

Como una farmacia de turno, en estado de alerta permanente, Asdrúbal-padre desconfía hasta de su sombra. Y no es para menos. Escaldado por el más parecido a él: el más cercano de los suyos. Gonzalo y el Junior no se lo tienen nada fácil en eso de voltear la tortilla y tomar represalias. De asegurarse también, ¿por qué no?, un futuro seguro y disfrutar tiempos más plácidos, sin la figura omnipresente del dictador destemplado de su padre.

En pequeñas dosis todos los días, el Erytrophim resulta prácticamente indetectable. La información la sacó el Junior de internet. Para algo le sirvieron sus estudios de biología y el seminario aquel de farmacodependencia y toxicología. El patriarca Salas aún delira por la suculenta sazón de Aída y no va a ser complicado adobar con unas cuantas gotas del incoloro e insaboro Erytrophim los abundantes almuerzos del padre. Tarda en hacer efecto pero es un veneno eficaz. La empresa todavía debe valer algo. Lo arduo será convencer a Gonzalo de que ya sólo les resta esperar.

BLACK SWAN 2: la secuela

ELLA VUELVE CON + MALA LECHE QUE NUNCA: zombie swan
(y, esta vez, ella es quien se "come" a Mila Kunis)

BlancaNieves y los 7 "polvitos": dedicado al "putín" de Berlusconi


jueves, 10 de febrero de 2011

posT 360: DEER LORD (sic)


EXCLUSIVO: MUBARAK EN DIRECTO

—Hola, soy Mubarak y estoy defecándome de miedo encima,
gracias a mis pañales especiales para dictadores vástagos de meretrices...

—Salut, je suis Moubarak et déféquer dans la crainte de plus,
grâce à mes couches spéciales pour les dictateurs tiges prostituées ...

—Hi, I'm Mubarak and defecating in fear above,
thanks to my special diapers for dictators stems prostitutes ...

—Hallo, ich bin Mubarak und Stuhlgang in Angst über,
Dank an meine spezielle Windeln für Diktatoren Stiele Prostituierte ...

مرحبا، أنا مبارك والتغوط في الخوف أكثر ،
بفضل حفاضات الخاص للديكتاتوريين ينبع البغايا...

Holy Foot: fe pedestre para peatones